Monday, April 9, 2012

El Titánic sigue siendo insumergible y fascina a los turistas de Halifax.-

HALIFAX.-Exposiciones, misas, espectáculos e incluso piezas de teatro centradas en el "único negro" a bordo del Titánic dan una idea de hasta qué punto el mítico naufragio anima el turismo y la vida del puerto canadiense de Halifax, donde reposan los restos de 150 víctimas.

La bandera de la White Star Line, la armadora del crucero gigante, ondea en las calles de la ciudad más cercana al lugar de la catástrofe sucedida el 14 de abril de 1912.

En el restaurant de los "Cinco Pescadores" el menú Titánic vale 46 dólares y está "inspirado en el que se ofreció a los pasajeros de primera clase en día del naufragio", con ostros a la rusa y al vodka.

El recuerdo del Titánic está por todas partes, sus maquetas y fotos adornan las vitrinas de las tiendas.

En el teatro la única pieza está dedicada "al único negro del Titánic", el ingeniero haitiano Joseph Laroche; la pieza denuncia el racismo de la época.

Un conductor de taxi evoca espontáneamente a su abuela, que presenció la llegada de los ataúdes al puerto transportados por los socorristas que llegaron demasiado tarde para encontrar supervivientes.

"Ahora se lo cuento a mis nietos", dice Bruce Blandin. Artistas, científicos, autoridades y responsables del museo de Halifax se preparan para conmemorar solemnemente la gran catástrofe.

El 14 de abril los habitantes de Halifax podrán participar en una procesión alumbrada con velas y que seguirá un carro con un ataúd.

Está previsto un minuto de silencio que simbolizará el SOS final emitido por el navío en perdición.

El 15 tendrá lugar una ceremonia ecuménica que reunirá a cristianos, musulmanes y judíos. En la noche del 14 al 15 de abril de 1912 los cerca de 700 supervivientes del naufragio fueron recogidos por el navío Carpanthia que los trasladó hasta Nueva York, destino final del Titánic.

Los archivos muestran que desde Halifax salieron las naves encargadas de sacar del mar los cadáveres. A bordo viajaban enterradores, embalsamadores y ataúdes, recuerda el archivista Garry Shutlak.

Shutlak es la memoria viviente de la historia del Titánic y sus conferencias son muy solicitadas. Por ejemplo, puede dar precisiones sobre el menú casher de los pasajeros de tercera clase, entre los cuales figuraba un número considerable de viajeros de nacionalidad siria. De entre las 1.500 víctimas del naufragio se rescataron 328 cuerpos. Entre ellos 119 estaban en mal estado y fueron devueltos al mar tras ceremonias religiosas.

De los 209 que regresaron a tierra 59 fueron entregados a las familias y 150, que no fueron reclamados, quedaron enterrados en Halifax.

El cementerio de Fairview, donde reposan la mayoría de los muertos, está situado en una colina que domina el puerto.

Una de las tumbas pertenece a un niño de unos dos años cuya identidad ha sido objeto de largas disputas y controvertidos exámenes genéticos.

Finalmente fue identificado en 2007 como Sidney Godwin, un niño inglés que falleció con toda su familia en el naufragio. Los barcos también recogieron numerosos objetos como las tumbonas de la cubierta.

El Museo Marítimo del Atlántico las compró una a una pacientemente hasta reunir la mayor colección del mundo. Shutlak considera difícil estimar cuanto representa el Titánic en la industria turística de Halifax. Sin embargo, no cabe duda que se trata de un llamador para los pasajeros de los 120 cruceros que llegan cada año a la metrópoli de Nueva Escocia, situada 833 kilómetros al noreste del lugar del naufragio.



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