Ayer mientras mis HIJOS; Javier, Joilca y Gabriela jugaban me vino a la mente lo valioso e importante que eran y son mis hijos y no es que nunca lo había sabido, simplemente los observe jugar, los vi integrados, sonriendo a carcajadas y a mi corazón llego un sentimiento de bienestar por tenerlos conmigo, parece que fue hasta ayer que de verdad entendí a mis padres, parece que fue hasta ayer cuando logre comprender lo valioso que yo era para mis padres, que los sacrificios que se hacían y todavía se siguen haciendo solo eran para beneficio y satisfacción mía.
Muchas veces se tienen los HIJOS y no somos capaces de disfrutarlos, de saborear sus risas, de secar sus lagrimas y sobre todo de sentirlos propiedad exclusivamente nuestras, que su valor es incalculable y su existir nos brinda la oportunidad de ver florecer el fruto de nuestras propias vidas.
En ellos esta la oportunidad de dar de nosotros lo mejor, lo que no se ve pero existe, lo intangible, lo inagotable; EL AMOR, por nuestros hijos somos capaces de todo hasta dar la vida por ellos.
El verlos jugar, saltar, correr, también jugaba, saltaba y corría mi corazón con la misma alegría que ellos manifestaban, con la misma intensidad de sus gritos, boceadera, se notaban felices y esa misma felicidad la transmitían a su alrededor.
Al verlos, entendí el hermoso compromiso que DIOS me había brindado, el ser yo quien guiaría los pasos de estas ovejas que habríamos de pastorear, que con ellos asumimos la responsabilidad de Cuidarlos, Protegerlos, Educarlos y sobre todo hacerlos personas de bien, productivos, llenos de bondades y apegados el respecto de las leyes y mandatos de DIOS conforme a su palabra y respetuoso de las leyes que la sociedad habría creado, asumir el compromiso pero con amor, con dedicación y esfuerzos, siempre velando por los mejores intereses de nuestros hijos y predicar con el ejemplo.
Así pues padres disfruten de sus hijos, quiéranlos, edúquenlos, recordar que ese es el compromiso que asumimos al momento que ellos nacieron, pero debemos asumirlo con amor y dedicación.
Por:
José Hernández.
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